Este objeto de conservación hace referencia a los recursos culturales de carácter arqueológico que protege la unidad, los cuales tienen directa relación con el pueblo Chango que habitó en sus costas y otros testimonios arqueológicos dejados por poblaciones precolombinas antecesoras de aquellos. El litoral de la región de Atacama ha contado con la presencia de asentamientos humanos desde hace miles de años, estimándose que provienen de corrientes migratorias procedentes de diferentes puntos cardinales, donde el Chango derivaría de pueblos ancestrales de tradición marítima, y que se arraigaron en las costas del norte de Chile (Monroy et al., 2000). En general, los Changos fueron grupos seminómades, recolectores de orilla y pescadores, que se organizaban en bandas patrilocales basadas en una familia nuclear o extensa, de carácter independiente y económicamente autosuficientes. Hacían uso de toda la costa del desierto de Atacama hasta Coquimbo, existiendo además, trueque con la población de los valles y los oasis del interior de la región, siendo los principales productos de intercambio mariscos y pescados secos y salados, cueros y pieles de animales marinos, conchas y guano como fertilizante agrícola, todos bienes muy cotizados en las tierras interiores. (Museo Chileno de Arte Precolombino, 2016; Latcham, 1910).
Sus vestigios arqueológicos se traducen en zonas de talleres líticos -espacios físicos donde elaboraban herramientas tales como puntas de flecha, cuchillos y otros utensilios, principalmente para la caza-; pequeños empircados donde establecían su residencia temporal y conchales como testigos de su pasar (Garrido & Robles, 2007). Al interior del parque nacional se pueden encontrar evidencias de estos grupos humanos tanto en la costa como en las aguadas al interior de la unidad, siendo los más representativos los conchales localizados en el sector de El Soldado y Quebrada el Chango; estanques hechos de roca que se encuentran en la bahía El Soldado; los Aleros de Caserones y Quebrada de Castillo. La principal amenaza es producto del vandalismo provocado por saqueo de objetos y daño parcial hacia recursos culturales como tumbas y conchales, principalmente, ya que la mayor parte de sus huellas se encuentran en lugares no delimitados y de acceso no regulado.